Desde que se tiene conocimiento en la humanidad, es sabido, que una de las herramientas que ha ayudado en el desarrollo y la evolución de las grandes obras, ha sido la cuerda. Cuando esta es más fina, la llamamos hilo y cuando es gruesa, se le llama soga o maroma.
Existen indicios en la prehistoria de que solían trenzar varios juncos para hacer hilo con el que cosían las prendas, confeccionadas con las pieles de los animales que cazaban. En el antiguo Egipto se han encontrado momias con alpargatas hechas con hilo de lino. Aunque se sabe que en aquella época se usaba para hacer hilo el pelo de animales, hierbas, papiro o seda.
Dicen que el invento de la rueda fue la revolución, pero el invento del hilo, fue una necesidad intrínseca a la evolución del hombre. Ya que desde siempre el uso del mismo va ligado a casi todos los estamentos de las continuas evoluciones. Está presente en maquinaria de todo tipo, alimentación, pesca, caza, textiles, construcción y un sinfín de ejemplos de la vida diaria.
Nadie se da cuenta de la importancia del hilo, ya que, desde siempre, ha estado ahí. Pero hay una máxima en todo esto, y es que “SI NO EXISTIERA, HABRIA QUE INVENTARLO”
De hecho, fue en 1934, cuando la empresa DuPont, patentó la primera fibra textil sintética no natural, que imitaba a una fibra natural a base de derivados del petróleo. Antes se habían conseguido sacar fibras sintéticas, a través de procesados químicos a base de plantas, como era el rayón o el acetato.
Por tanto, lo dicho: “SI NO EXISTIERA, HABRIA QUE INVENTARLO”
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